el armado del sentido

un blog de eme filz

  • 3/2024

    tenés cara de usar banco francés y se rió porque yo bajé la mirada dándole la razón, me ganó una pelea que nunca accedí tener. La chica que está al lado me patea la bota, me pide perdón al instante y yo sonrió con dientes y le digo que no pasa nada pero no giro la cabeza para mirarla, hablo hacia el frente y ella acerca su boca a mi oreja para repetir las disculpas y el árbol de palta que lleva en su totebag me acaricia el brazo. El recital sigue. El 33% de la gente de este lugar tiene mi edad otro 33% tiene 20 años menos y el otro 33% tiene 20 años más. Liquidada estoy, esperando hasta el fin. Esto parece una canción de el mato pero no. (El 1% restante son niños e insectos). A mí izquierda hay un rubio en chupines y camiseta a rayas que revisa su celular. Revisa los me gusta de una publicación ajena y después hace un zoom indecente sobre las fotos del posteo, se acerca a una axila ahora se acerca a un labio. Dios mio alguien hará zoom sobre mis fotos para comprobar si mis cejas son las originales o están perfiladas o teñidas (son los originales) alguien hará zoom para ver si hay cicatrices en mis rodillas (las hay) alguien hará zoom para revisar la salud de mí pelo decolarado (me esfuerzo mucho en mantenerlo pero no lo suficiente). Alguien verá la vida en mis ojos.
    Una mujer se apoya sobre el rubio que guarda el teléfono y la abraza. Ella tiene mi edad y dos hebillas con gatitos atajandole el flequillo. Desde que estoy en mis treinta nunca entiendo que significa estar en mis treinta y este lugar me confunde más, no encajo. Otra mujer baila mal drogada delante mío. Tengo un pan de masa madre en la cartera. Anticipo un negroni con dos hielos, la gente hace un intento de pogo, saboreo desde el recuerdo el tolueno del esmalte de uñas, un dedo, dos dedos, tal vez no tengamos fin. Estoy desparramando todo esto en el medio de un recital y qué. Mi amiga baila. Es el principio del otoño.

  • 2/2024

    Camino por Altos de San Lorenzo, un barrio de las afueras de La Plata. Lana del Rey canta lujuria por la vida mientras cruzo una calle iluminada por luces de led. El quiosquito, la iglesia enrejada, un gato naranja agazapado tras un arbusto. Un cartel de pare, un cartel de doble a la izquierda, otro cartel de pare. En mi cabeza, Lana baila con su novio sobre la H del cartel de Hollywood. Un hombre toca la bocina de su auto insistentemente para llamar mi atención, giro la cabeza y me persigno ante la virgen de manto celeste que mira hacia el piso, resignada, somos dos. Se me terminan los caramelos, que como impulsivamente para calmar la ansiedad. ¿Qué canciones escribiría Lana si su vida fuera cruzar esta ciudad un lunes por la noche para ver a sus amigas cocinar y tomar cerveza en lata? Llego. Me tiro en un sillón, escucho las historias de mis amigas mientras sus manos pelan papas y cortan cebollas, las latas van haciendo pfff, la perrita gira en círculos, ya hay olor a comida.

  • 1/2024

    fui al psiquiatra, se me colo descaradamente una paciente, la administrativa me trató pésimo, el médico cambió, en la receta, el diagnóstico por el tratamiento. dos hombres desconocidos en cuadras distintas me dijeron hola bajo la tormenta después de mirarme las tetas, se empezó a mojar la receta y apareció un café de vereda con dos sillas vista a la lluvia, que me acaricia la espalda y una pierna. pido un americano negro, con qué, me pregunta la chica, sólo, digo yo, me repregunta, siempre me repreguntan. espero. qué. no sé.

  • El mundo por debajo del mundo.

    Voy a escribir esto. Lo voy a escribir para mí, pero esto de verdad es solo para mí.

    Hoy es sábado 18 de julio, año 2020. El mundo está bajo la amenaza de una gripe. El nombre de la gripe ni siquiera es tan bueno como para escribirlo, no es poético ni amenazante, es un fucking código. Me enoja que le hayan puesto ese nombre, especialmente habiendo enfermedades con nombres tan biensonantes: peste negra, escorbuto, rubéola.

    En fin, la gripe: hace muchas semanas que estoy en confinamiento, como el resto del planeta Tierra. Perdí mucho trabajo, no sé porqué esto es siempre lo primero que cuento. Sospecho que parece importante, que me ubica en el mundo del producir y el consumir, del generar algo y todo eso. Si, tengo que comer y pagar un alquiler, aunque bien podría no hacerlo y morirme, de hambre, de frío o ver que pasa. Pero no. Pago un alquiler y como, entonces producir dinero es una necesidad. Ahora ya sé lo que es leer un libro y se lo que es un alfajor y se lo que es pedir un trago en un bar con tu mejor vestido. Entonces yo también trabajo y trato de tener cada vez más, o al menos lo básico, como para pasar desapercibida.

    El psiquiatra me dijo una vez que existe el mundo y que también existe el mundo por debajo del mundo, y que el que de verdad importa es el mundo que está por debajo. No sé muy bien cómo explicar qué quiso decir pero yo entendí. El mundo es todo eso que parece ser importante como pagar el alquiler o tener los impuestos al día y después está el mundo por debajo del mundo, “lo demás”. Lo que importa en realidad es “lo demás”, lo que postergamos con trabajo, con producir y consumir, con que te extiendan el límite de la tarjeta de crédito, bueno, todo eso, yo sé que ustedes me entienden. El tema es cómo descubrir cuál es tu mundo debajo del mundo.

    ¿A qué aspira mi generación? ¿A un auto cero kilómetro? ¿A tener sellos en el pasaporte? ¿A tener una casa propia?

    A veces me siento mal porque mi aspiración es demasiado egoísta, pero tener un hijo y un golden retriever divino también es bastante egoísta, ¿no? Quiero la revolución del proletariado, pienso, quiero iniciar una revuelta, quiero cambiar las cosas, lo quiero, pero no hago nada. Voy a las marchas, comparto mis reflexiones con la gente que piensa como yo y con la que no también, discuto, hago eso, pero no alcanza, yo lo sé. Lo hago solo para sentirme bien conmigo misma, juego la ficción de hacer algo, un parche ético de papel mojado.

    Yo sé lo que quiero, se cual es mi mundo por debajo del mundo. Quiero aprender a contar cosas, quiero que todos los marginales del barrio de mi papá cobren vida. Abrazar a los que amo, caminar a la panadería a la tarde, hablar de cine y discos. Quiero que todas las veces que me enamoré, las de verdad y las de fantasía, se moldeen con formas de letras. Quiero tomarme un gin tonic y llorar mientras como una manzana porque todo es demasiado hermoso o cruel y no puedo procesarlo. Quiero que sea de noche, quiero la luz cálida del velador acariciando la cámara de fotos y el libro de poesía japonesa que estoy leyendo y el porro que estoy fumando. Quiero que el mundo me cambie a mi. Quiero tocar el fondo del mar.

    Quiero escribir y no sé cómo.

    ¿Así?

    Sí, ¿qué sé yo?

    Por ahora no me importa.

    flores secas en florero
    Flores en casa. Julio 2020.
  • El sol no tiene sombra.

    Hago fotos nuevas que no me interesan y me intrigan todas las cosas viejas que alguna vez descarté.

    Estoy en un antiguo cementerio arriba de una sierra, caminé al menos una hora para llegar a ese lugar. A un lado está el horizonte y al final, muy lejos, una línea de casitas, al otro lado el monte: un montón de nudos y asperezas. En el medio de mí misma estoy yo que saco estas fotos.

    A veces me doy cuenta de lo ridículo que es creer en que hay un antes y un ahora, siempre es ese cementerio en la sierra, con los nudos y el pueblo abajo, el sol de guía. El fuego no tiene sombra, ¿sabían?


    Fotos: La Cumbrecita, Córdoba, Argentina. Agosto de 2013.
    Banda sonora: Radiohead – Daydream
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  • do you really wanna go back in time?

    i still care about you being well / i still wonder how we conquered hell / i still love this nonsense team we make / i still think we’re twisted both the same
    La Lucila del Mar, enero de 2018.
    Banda sonora: The Dø – Miracles
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  • Estamos vivos.

    Tengo veinte años y vuelvo a mi casa en colectivo, es de madrugada y veo el campo dormido bajo el pasto helado, realmente hace mucho frío en este intento de ciudad que sobrevive casi bajo el agua oscura del río.

    Hace muchas horas estuve en un recital transpirando entre un montón de desconocidos, disfruto mucho estar sola con la música, sola y con un montón de personas que no conozco, sola puedo ser yo.

    Cuando termina la música en el bar camino unas cuadras a la casa de alguien con quien también puedo ser yo. Compartimos unas horas entre cigarrillos y mantas de lana, tiene los dedos muy finos y largos enredados en mi pelo y me dice que esta noche me voy a sentir viva, porque es la primer noche del año en que hace mucho frío y yo soy del agua helada, del monte en la noche.

    Me acompaña unas cuadras en el colectivo, me cae bien porque me sorprende todo el tiempo, pero se que es la ultima vez que nos vamos a ver, esta época de mi vida es así, todo lo bueno dura poco y lo se. Cuando se baja abro la ventana para sentir el viento helado en la cara, el camino que me lleva a casa cruza el campo y las fabricas, todo duerme vibrando en los cero grados. Pasaron diez años y todavía recuerdo todas las texturas de esa noche. Estamos vivos.